Tiene más de 40 años y comenzó a prostituirse a las 17. Al principio creyó que lo hizo por necesidad, para mantener al hijo que parió un año antes. Hoy cayó en la cuenta que empezó a vender su cuerpo incitada por su entonces pareja, que terminó manejando sus horarios, sus clientes y sus lugares de trabajo. Como muchas otras mujeres que son explotadas sexualmente. Los prostíbulos eran lugares de pésima estructura, humedad en las paredes y pinturas vistosas pero de baja calidad. El negocio del sexo no requiere grandes inversiones en la estructura edilicia.
Las organizaciones se basaron en un esquema familiar. El proxeneta manejaba el negocio a través de su “mujer”, que originalmente fue prostituida. Los hijos, hermanos, primos, también formaban parte del negocio. La confianza es primordial para llevar adelante el negocio.
Esta característica se repite en todo el país. Un ejemplo claro, aparte de las organizaciones desarrolladas en otros puntos del presente trabajo, es el del clan Medina-Gómez, vinculado a la desaparición de María de los Ángeles “Marita” Verón. La defensora General de la Nación Stella Maris Martínez, afirma que las mujeres prostituidas suelen convertirse en proxeneta, repitiendo con otras personas la vida que les tocó.
Extracto tomado de FOPEA (Foro de Periodismo Argentino)
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